Las imágenes de culto de los dioses se realizaban solamente en materiales significativamente simbólicos, y la producción de una estatua divina era considerado un acto de creación llevado a cabo por los artífices humanos con la ayuda divina. Por lo tanto, había algo divino involucrado en la imagen desde su diseño inicial y elaboración en manos del artífice. Mitológicamente, la piel de los dioses decíase ser de oro puro, así que las imágenes divinas eran frecuentemente cubiertas o elaboradas completamente en el precioso metal. El pelo era de lapislázuli, así que esta piedra semipreciosa era habitualmente utilizada para resaltar el pelo o las cejas. Asimismo se establecían algunas relaciones simbólicas con la divinidad por medio de los materiales utilizados en la elaboración de la imagen -las deidades lunares, por ejemplo, eran habitualmente realizadas en plata, puesto que era el metal asociado con la Luna. La relación entre la imagen y la divinidad que esta representaba hallaba su culminación en el llamado rito de apertura de la boca. Este ritual eliminaba simbólicamente toda traza de origen humano de la imagen y la proveían con la emanación de la divinidad. Una vez realizado, se creía que la imagen se convertía en el cuerpo visible sobre la tierra de la deidad invisible. De tal manera esta «vivía» y realizaba las funciones no solo como un intermediario sino como el propio nexo entre este mundo y el siguiente.
FUENTE: http://www.ecured.cu/index.php/Portal:Antiguo_Egipto/Curiosidades